9 de mayo de 2007

El pecho de María


No hay nada tan grande, sean circunstancias buenas o malas, negativas o positivas, de éxito o de fracaso, como tener un pecho confidente. Un alguien con el que compartir esas experiencias.

El pecho de María, simboliza ese lugar en el que nosotros confiamos alegrías y penas, ilusiones y esperanzas, proyectos e ideales cristianos.

Pero, además, el pecho de María, es ese rincón al que siempre podemos acudir en busca de sosiego, paz, serenidad y respuestas.

Ella, interiormente, supo trabajar la voluntad de Dios. Por ello mismo, cada vez que ponemos nuestro oído en el pecho de María, sentimos el palpitar de una mujer que quiso ser grande desde la pequeñez, la entrega o la obediencia.

El pecho de María simboliza el pecho del mismo Dios, pues en El, residen los secretos y los misterios más añorados por los profetas, por los creyentes y por el mismo Jesús.

Seguimos adelante en este mes de mayo. ¡Demos gracias a Dios por este tiempo de la Pascua! Por tener la posibilidad de contar con una Madre que, en su pecho, nos aprieta para que no perdamos el valor de la fe, la alegría de creer y la seguridad de que camina junto a nosotros.

Simbolizando el pecho de María, que tantos secretos encierra, presentamos en este día un cofre. Que Ella nos ayude a saber atesorar lo que merece la pena.


ACÉRCANOS, A TU PECHO

Para no perder el sentido de Dios

Para no alejarnos de la voluntad del Creador

Para escuchar el latido de la fe

Para gustar y disfrutar de la presencia de Jesús

ACÉRCANOS, A TU PECHO, MARIA

Para que nos sintamos seguros de lo que somos

Para confiar y no desesperar

Para enfrentarnos al futuro con ilusión

ACÉRCANOS, A TU PECHO, MARIA

Para nutrirnos de la alegría de tu fe

Para fortalecernos con la fuerza de tu fe

Para pensar con los pensamientos de tu fe

Para buscar con la audacia de tu fe

Para esperar con la esperanza de tu fe

ACÉRCANOS, A TU PECHO, MARIA

Y cuando, el nuestro, se aleje de Ti

sal a nuestro encuentro para que volvamos

a nuestro lado para que no nos perdamos

a nuestro paso para no desviarnos

a nuestro corazón para nunca dejar de amar

ACÉRCANOS, A TU PECHO, MARIA

Porque, sin Ti, nuestra fe pierde vigor

Nuestras respuestas son más débiles

Nuestra fe más rutinaria

Nuestros gestos más fríos

ACÉRCANOS, A TU PECHO, MARIA

Y, si nos resistimos,

pide a Jesús, tu Hijo, que envíe un soplo del Espíritu

hacia aquellos que, hoy y siempre, le buscamos.

Amén

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