¡Cuánto nos duele cuando, alguien, nos falla en la palabra dada!
Hoy, y dentro de este mes de mayo, contemplamos a María en una de las dimensiones que más coherencia y sentido dio a su existencia: SU PALABRA.
-Pocas palabras pronunció María. Pero, entre todas ellas, sobre sale sin duda el "aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según su Palabra".
-Pudo mas el sentido de Dios que su propia persona. El afán de dar gusto a Dios, que los propios caprichos. María, desde el principio hasta el final, fue aquella mujer que se tomó en serio la palabra dada al ángel: ¡aquí está la esclava del Señor!
Se suele decir que se coge al mentiroso antes que al cojo. Nuestras palabras y nuestros compromisos, en variadas ocasiones, son preámbulo de negaciones conscientes o inconscientes: prometemos lo que sabemos que no vamos a cumplir o, por otro lado, nos ofrecemos sin saber sopesar riesgos, capacidades y posibilidades.
María fue consciente de sus limitaciones y de su pobreza. Pero, todo ello, supo depositarlo a los pies del Señor. Tal vez hasta pensaría: Si El me ha elegido; ¡ El sabrá cargar con las consecuencias!
Pero Maria, cumplió con la palabra dada. Y, desde ese momento, se volcó de lleno par que, aquella otra "Palabra", fuera tomando forma en su seno.
¿Cómo son nuestras promesas? ¿Sinceras o hipócritas? ¿Llenas de Dios o de vanidad? ¿Dispuestas para Dios o enemistadas con El?
Pongamos ante la imagen de la Virgen María, este abecedario. Quiere simbolizar nuestro deseo de cumplir -desde la "A" a la "Z" - los deseos de Jesús contenidos en el Evangelio.
PALABRAS A MARIA
Que no dude de Dios,
aunque me parezca imposible
Que, siendo libre,
no me olvide de Dios
Que siendo esclavo
me sienta libre en Dios
Que me alegre por el hecho
de haber sido tocado por Dios
Que nunca deje de llamarte: bienaventurada¡
Que disfrute con tantas cosas
que Dios hace por mí y en mí
Que disperse de mí, como lo hizo totalmente de ti,
la soberbia y el orgullo
Que me haga gustar la grandeza de la pobreza
y la miseria de la riqueza
Que me colme de lo bueno para vivir
y me aparte del maligno que me hacer morir
Y si en algún instante, María
rompo con la palabra que ofrecí a Dios:
te pido me recuerdes que la proeza
no está en el la cantidad
sino en la calidad de lo que se da.
Que al igual que Tú, María,
sepa darme y no contentarme con dar.
Amén.
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