El pensamiento de María, como el de tantas mujeres, era el casarse con el hombre de su vida. Pero, Dios -por aquello de que es sorprendente y que, incluso, escribe derecho en renglones torcidos- quebró, en cierta forma, la felicidad inicial de María.
¿Qué pensamientos pasarían rápidamente por la mente de María? Lo que ya sabemos: temblor, miedo, asombro, etc. Pero, María, supo reaccionar a tiempo.
Por sorpresa le vino el ángel. Y, sin tiempo a mucho más, como cuando a uno se le exige una gran responsabilidad, María dijo que sí.
El pensamiento de María, tal vez, volaría sobre la persona de José. Pero, no le importó. Supo, desde el principio, reaccionar positivamente hacia la propuesta divina.
No se paró a pensar ni en el color de las alas del ángel ni, por supuesto, si aquello era una broma de los vecinos de la esquina: ¡dijo sí y acertó!
Ese fue el pensamiento de María. Se fió, creyó y aceptó. Pero, lo más importante es el cómo reaccionó.
Cuando se nos piden responsabilidades como cristianos ¿cómo respondemos?
Cuando se nos exige algo de nosotros ¿en qué pensamos? ¿Que deben ser los demás los que se impliquen?
Cuando nos invitan a dar pasos en favor de la iglesia o de los demás ¿nos asustamos? ¿Nos acobardamos?
Sembremos y pongamos, a los pies de María, la flor del pensamiento. Puede reflejar, perfectamente, nuestro deseo de volver una y otra vez al regazo de Dios.
MI PENSAMIENTO
Que nunca me deje de asombrar,
para que Dios me encuentre dispuesto
Que no cierre las ventanas de mi corazón,
para que el Señor entre por ellas
Que no me acobarde ante las exigencias de la fe,
para que así yo mismo me dé cuenta de su valía
Que nunca me canse de mirar hacia el cielo,
para que no deje de pensar en él
Que no esté pendiente de mi imagen en el mundo,
lo importante es saber lo que Dios
pensará de mí el día de mañana
Que no viva de espaldas a la fe,
para que Dios se me manifieste con fuerza
María;
Ayúdame a pensar en Dios y menos en lo secundario
Anímame a escuchar su voz en medio de tanto ruido
Abre mis entrañas para que, Jesús, nazca en mí
Enséñame el sendero que conduce hacia la confianza
Y, si por algo tropiezo y caigo,
te pido que, entonces,
también tu pienses en mí y no te olvides de que existo
Amén.
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