Nos reunimos, casi a mediados del mes de mayo, para seguir cantando y festejando la gloria del Señor, ayudados por Santa María.
El mayor gusto que podemos dar a una madre es, precisamente, ser buenos hijos siguiendo las huellas que ella nos deja para no confundirnos y alcanzar la felicidad de María.
La Pascua, entre otros sabores, dejó en el paladar de María, el gusto por la Resurrección. La pena se convirtió en gozo en la mañana de Pascua; la tristeza se trastornó en alegría, ante el sepulcro vacío; el color negro dio a la blancura pascual, por la presencia de Jesús Resucitado.
Y es que, el gusto de María, fue dar gusto en todo a Dios. Todo lo quiso hacer bien. Sin demasiado ruido pero con certeza; con humildad pero con lo necesario; con obediencia pero conscientemente.
Hoy, ante Santa María, nos podríamos preguntar:
¿Damos gusto a Dios en algo?
¿Es para nosotros un gusto, creer y esperar en Dios?
¿Gustamos y disfrutamos -desde ahora- con el fruto de la Pascua que es la resurrección futura?
La insipidez es esa sensación de que "algo falta" en el café de nuestra vida cristiana. Hay que cogerle gusto al evangelio y al seguimiento a Jesús. No podemos dejarnos vencer por una insulsez que nos aparta del placer por las cosas de Dios.
Hoy, ante María y en este mes de mayo, dejamos este azucarero. Que nuestra Madre, María, nos ayude a gustar la presencia de Dios en nuestros días y, también, a dar gusto a Dios con nuestras obras y palabras.
El mayor gusto que podemos dar a una madre es, precisamente, ser buenos hijos siguiendo las huellas que ella nos deja para no confundirnos y alcanzar la felicidad de María.
La Pascua, entre otros sabores, dejó en el paladar de María, el gusto por la Resurrección. La pena se convirtió en gozo en la mañana de Pascua; la tristeza se trastornó en alegría, ante el sepulcro vacío; el color negro dio a la blancura pascual, por la presencia de Jesús Resucitado.
Y es que, el gusto de María, fue dar gusto en todo a Dios. Todo lo quiso hacer bien. Sin demasiado ruido pero con certeza; con humildad pero con lo necesario; con obediencia pero conscientemente.
Hoy, ante Santa María, nos podríamos preguntar:
¿Damos gusto a Dios en algo?
¿Es para nosotros un gusto, creer y esperar en Dios?
¿Gustamos y disfrutamos -desde ahora- con el fruto de la Pascua que es la resurrección futura?
La insipidez es esa sensación de que "algo falta" en el café de nuestra vida cristiana. Hay que cogerle gusto al evangelio y al seguimiento a Jesús. No podemos dejarnos vencer por una insulsez que nos aparta del placer por las cosas de Dios.
Hoy, ante María y en este mes de mayo, dejamos este azucarero. Que nuestra Madre, María, nos ayude a gustar la presencia de Dios en nuestros días y, también, a dar gusto a Dios con nuestras obras y palabras.
QUIERO SER AZÚCAR
Que dé dulzura en medio de la amargura
Que sazone las situaciones enquistadas por el odio
Que facilite la paz y la armonía
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Diluyéndome para dar sabor a este mundo
Diluyéndome para que Dios sea tomado a pequeños sorbos
Diluyéndome para que Jesús sea más conocido
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Y que el mundo, de esta manera, sea menos soso
Alcance el punto de la dulzura que el cielo nos propone
Adquiera el aroma de un buen postre divino
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Para que, como en tu hogar,
nunca falte lo imprescindible frente a lo necesario
Para que, como en tu casa,
no esté ausente la delicadeza frente a lo tosco
Para que, como en tu hogar,
exista la cortesía para Dios que llega
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Para que otros hombres conozcan el gusto de ser hijos de Dios
Para que se deleiten comiendo la Eucaristía
Para que, la Palabra, sea delicia
antes y después de cada jornada
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Y, cuando Dios me falte, por lo que sea
vaya corriendo al mostrador del cielo
y, por la oración y la contemplación,
encontrarla y poder comprarla.
Amén.
Que dé dulzura en medio de la amargura
Que sazone las situaciones enquistadas por el odio
Que facilite la paz y la armonía
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Diluyéndome para dar sabor a este mundo
Diluyéndome para que Dios sea tomado a pequeños sorbos
Diluyéndome para que Jesús sea más conocido
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Y que el mundo, de esta manera, sea menos soso
Alcance el punto de la dulzura que el cielo nos propone
Adquiera el aroma de un buen postre divino
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Para que, como en tu hogar,
nunca falte lo imprescindible frente a lo necesario
Para que, como en tu casa,
no esté ausente la delicadeza frente a lo tosco
Para que, como en tu hogar,
exista la cortesía para Dios que llega
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Para que otros hombres conozcan el gusto de ser hijos de Dios
Para que se deleiten comiendo la Eucaristía
Para que, la Palabra, sea delicia
antes y después de cada jornada
QUIERO SER AZÚCAR, MARIA
Y, cuando Dios me falte, por lo que sea
vaya corriendo al mostrador del cielo
y, por la oración y la contemplación,
encontrarla y poder comprarla.
Amén.
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