20 de abril de 2007

Un hombre, una caña, un río...

Carta del 21 de enero: Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre...

Carta del 8 de febrero: ¿Recuerdas a aquel hombre del que te hablé?. Raquel y yo hemos decidido acercarnos al muelle una vez al día y darle algo de pescado que comer.

Carta del 15 de febrero: Continuamos visitándole con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que llegue el día en que no podamos acercarnos hasta allí y el hombre del muelle se quede sin su pez. El nos lo agradece. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Le vemos algo más fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastante tímido.

Carta del 10 de marzo: Raquel y yo hemos decidido comprarle una caña de pescar. Le pensamos regalar un manual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y técnicas de pesca. Raquel era una aficionada hace algunos años y se ha comprometido a pasar unos días a la semana para enseñar al hombre del muelle a pescar. Dicen que el río está lleno de peces. Nosotros creemos que en poco tiempo sabrá autoabastecerse de pescado. Podrá conseguir comida por su cuenta y quizá algún dinerillo con la venta de la pesca sobrante.

Carta del 23 de marzo: Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescar para prescindir de nosotros. Necesita una licencia, y no sé qué otros papeles para poder coger peces del río. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con qué pagar. Hemos sabido que la explotación del río es exclusiva del municipio y no se puede pescar allí sin los dichosos papeles en regla.

Carta del 25 de marzo: Más problemas: la policía local pilló al hombre del muelle pescando sin licencia y ahora se encuentra retenido. La fianza (o la multa, que no me he enterado muy bien de qué va la cosa) no es muy barata que se diga. Vamos a intentar costeársela. La gente del pueblo va diciendo de él que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrón y que le está bien merecido.

Carta del 29 de abril: 0tra complicación, y esta parece grave. ¿Te conté que el hombre del muelle salió de prisión y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: La fábrica de plásticos del pueblo, río arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del río se han muerto. No queda ni uno y la visión resulta desoladora. Dicen que no volverá a haber pesca hasta dentro de diez años o así. La industria pagará una multa astronómica. De sobra se lo podrá permitir. Adquirirá no sé qué filtros para residuos y seguirá produciendo…

Carta del 30 de abril: El hombre del muelle vuelve a pasar hambre.

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