Marcelino Champagnat
“No puedo ver a un niño o a un joven sin sentir profundas ganas de gritarle lo hermoso que es vivir y el gran amor que el Padre Dios nos tiene”
“El espíritu de una escuela marista es el espíritu de familia”.
UN CORAZÓN SIN FRONTERAS
Marcelino es un hombre arraigado en su tiempo y que, con los pies en la tierra, es consciente de la realidad en lugar de soportarla. Para él, los gritos del dolor del mundo se convierten en llamadas y respuestas a los signos de los tiempos. Asume estos signos buscando soluciones adecuadas que lo empujan más y más hacia el futuro de Dios (de pastor de ovejas a pastor de Hermanos; del Rosey a La Valla y a las misiones de Oceanía...). Cada iniciativa de Champagnat rompe esquemas; desborda fronteras y abre horizontes.
También nosotros estamos llamados hoy a rebasar los límites ( no sólo las fronteras geográficas sino también los del inmovilismo, de la ignorancia, del egoísmo, del racismo...) y ser testigos entusiasmados de la Buena Noticia y vivir solidariamente, haciendo los cambios necesarios para lograrlo. ¿ Acaso no nos exige esto la refundación?. ¿ Acaso ser Champagnat hoy no significa dar respuestas a estos problemas en vez de cerrarnos en nuestro gheto? ¿ No se exige a cada uno de nosotros ponerse al servicio de los necesitados, teniendo como modelo a María que, de prisa, va a ayudar a su prima Isabel quedándose con ella todo el tiempo que fue necesario.
Un corazón sin fronteras alude a todas estas ideas y nos recuerda las llamadas del XIX Capítulo General.
¿Soñadores? ¿Utópicos? Sí. Necesitamos una utopía para avanzar sin tardar demasiado para no morir de “sentido común”.
Gracias a Marcelino tenemos un modelo claro a seguir y nuestros sueños se unen con ser capaz de educar como él lo hizo, con todo su amor y dedicación.
Para conocer un poquito más acerca de Marcelino Champagnat, pincha aquí.Y si quieres concocer a fondo todo el proceso, pincha aquí
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