Comúnmente creemos que debemos estar bien para buscar de Dios o entregar nuestra vida completamente al Él, por temor a ser rechazados o avergonzados, por el estado de nuestra vida. Luchamos todos los días, por arreglar algo de nuestro interior, y lo que logramos es coleccionar fracasos día tras día; pero cada vez con menos fuerza, por que ya no la tenemos… Cuántas veces no hemos dicho que nos da hasta verguenza orar a Dios, debido a nuestras faltas, o que le buscaremos una vez que dejemos de pecar.
¿Cuando traes a un zapatero un zapato, cuando está sin estrenar o cuando está roto, sin tapas, y deforme?. ¿Que harías tu si fueras un zapatero y te traen un zapato nuevo?, no tendrías que hacer nada, no tendrías trabajo. Pero si te traen un zapato que da lastima, tendrías trabajo, y sería un honor ver ese zapato tomando forma nuevamente. No te importaría lo roto, mal oliente, ni usado que esté, solamente que necesita ser reparado.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Heb.4:16
Así es con el Señor, a Él no le importa tu condición, Él ve el trabajo que tiene que hacer en tí. No importa el estado en que te encuentres, HOY hay oportunidad para ti, solo trae ante su Presencia tu Corazón, y permite que Él lo repare como debe ser, no como tu quieres y en la forma que tu decides, sino como Él ya lo determinó. ¿Cómo hago esto?, A SOLAS CON ÉL, buscale aunque no tengas nada que decir, escoge tu el momento y se sincero con Él. Él está esperando por ti.
¿Con qué limpiará el joven su camino? CON GUARDAR TU PALABRA” Salmo:119:9
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