14 de marzo de 2010

El abrazo del Padre

La parábola del Hijo Pródigo, como casi todos los textos evangélicos, nos la sabemos de memoria. Y eso a veces es un problema, porque resulta muy complicado leerla sin anticiparnos al final y sin la sensación de que no tiene ya mucho que aportarnos a nuestra vida concreta. Con todo, mi invitación una vez más es que nos dejemos sorprender por lo aparentemente “sabido”.

Lo primero que podríamos decir es que la que hemos llamado siempre la parábola que siempre se ha llamado del hijo pródigo, no tiene en éste a su principal protagonista. Se nos ha dicho muchas veces que el verdadero protagonista es ese Padre compasivo que simboliza al propio Dios. Pero una lectura más atenta, tomando como referencia los fragmentos anteriores a la parábola (Lc 15, 1-2) y la conclusión de ésta, parece apuntar a que el actor principal del guión es, paradójicamente, ese hijo mayor gruñón y antipático que no quiere entrar en la fiesta que tiene lugar justo antes de los créditos finales.

Eso tiene mucho que ver con quienes son los destinatarios del relato: ¿a quién se dirige el mensaje? El auditorio de Jesús mientras cuenta la historia son los fariseos y personal religioso de la época. También ese hijo mayor que vive aparentemente sometido y formalito junto a su padre, representa a representantes “oficiales” de lo sagrado (hoy diríamos gente “de Iglesia”). ¡Cuidado!: aquí tenemos que hacer un primer cambio de chip, porque tenemos metidos hasta la médula que los fariseos eran gente ruin, hipócrita y con bastantes dosis de “mala leche”. Pero en el fondo, aparte de sus contradicciones ―como todos tenemos― y de algunos conflictos (que parece históricamente que los tuvieron más con las primeras comunidades cristianas que con el propio Jesús), eran gente piadosa, coherente y honrada. Y de hecho, representan a la gente que, como nosotros, llevan la etiqueta de creyente y pertenecen a alguna asociación o “movida” explícitamente religiosa. De modo que, atención que la historia sí que va con nosotros…

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, aviso para navegantes: el texto no es ningún cuento para niños, por más que, con el paso del tiempo, se le haya “desactivado” de su carga explosiva. Más bien es durillo, si uno lee entre líneas…

Empecemos, pues. Un padre tenía dos hijos… Uno de ellos, el menor, resulta ser… simplemente lo peor que podamos imaginar. No es que quiera marcharse de casa o que le pida dinero al padre (que a fin de cuentas, es el “deber” de todo hijo). Lo que le pide es su parte de la herencia. ¡Algo que se recibe sólo tras la muerte de un padre! El hijo está declarando con su gesto que su padre ha muerto para él.

Por si no estaba claro, el autor del relato nos va a retratar con detalle la catadura moral del sujeto. Una vez con el dinero en mano, se va a ir aun país extranjero (¡pagano, impuro!), vivir con desenfreno, a gastárselo todo (y no de cualquier manera, sino con prostitutas). El hecho de que se arruine, aparte de ser una consecuencia lógica, no es ningún intento de construir una moraleja ética. El narrador quiere que ese hijo “toque fondo” y se vea compartiendo la comida con animales… ¡Y no con cualquier animal (de nuevo cerdo = impureza)! No sé qué “vibraciones” le transmite a cada uno/a esta imagen; lo que está claro es que para un judío que oye la parábola, la sensación es la del asco y repugnancia profunda de estar ante una piltrafa in-humana. Hoy tendríamos que pensar en gente como violadores, terroristas, asesinos en serie o maltratadores.

Claro, a veces cuando leemos de pasada el episodio, tenemos la impresión de que el “monstruo” este llega a tal estado que comienza un proceso de conversión y que decide honestamente cambiar de vida. Pero ni si quiera esta parte es tan bonita. En ningún momento le mueve el arrepentimiento, sino la pura necesidad, el hambre. Estamos ante una persona que analiza su situación desesperada y diseña toda una estrategia para ir a donde sabe/cree que tendrá alimento asegurado: “Ya sé lo que haré, iré hasta mi padre y una vez allí…” ¡El tío se prepara hasta el discurso que va a decir para inspirar lastima! Sí, ya sé lo que están pensado: ¡menudo hijo de… pródigo!

Y aquí comienza para nosotros lo verdaderamente duro de la parábola. Porque, claro, nosotros, que no somos tan malos y depravados, sí que sabemos que el personaje del padre representa a Dios tal como lo conoce Jesús. Y supuestamente lo que diga o haga Dios nos debe afectar a los que decimos creer en él. Pues bien, ese padre va y no actúa desde el rencor, ni si quiera desde la indiferencia o frialdad. Tampoco hace un análisis racional sobre la situación. Al padre se le conmueven las entrañas nada más verlo. ¡Le falta tiempo para darle un abrazo y para montarle una fiesta! Una actitud no sólo ilógica, sino escandalosa. El padre acoge a alguien que se ha convertido en “impuro” desde la mentalidad religiosa de la época y se “mancha” con su abrazo, al invitarlo a su casa, al comer de nuevo con él… Con ello hace ver que el que estaba “muerto” era su pequeño, viviendo extraviado y sin rumbo. Pero que nunca ha perdido su condición de hijo. Por cierto, por si alguien no ha tenido suficientes “datos”: al joven así de gratuitamente perdonado no se le oyen dar ni unas humildes “gracias” ni mucho menos echar unas lagrimillas. Él se limita a pasar al festejo, sin más.

De modo que, después de tan “exitoso” bagaje como trae consigo el hijo menor, podemos comprender el enfado, el cabreo mayúsculo del hermano primogénito. No, nos confundamos: éste es el bueno (de verdad), el que ha respetado y se ha quedado con el padre. Y ahora, cuando regresa del campo familiar, seguramente de trabajar, se encuentra que los demás están de juerga… ¿A qué nos j…ría encontrarnos en su pellejo?

Con todo, el padre de la parábola tiene la misma actitud bondadosa con su hijo mayor: sale de casa y lo invita al banquete. El premio es para todos. Sí, ya sé: no se les puede retribuir a los dos por igual, no es “lógico” ponerles la misma nota. Menudo sistema judicial y educativo se montaría si lo tomamos al pie de la letra… Pues lo sentimos, así termina el relato; con una pregunta en el aire a este hijo mayor y bueno: “Mira yo te quiero y ya deberías saberlo. Pero ahí dentro está tu hermano. ¿Entras o no?” La respuesta ya le toca al lector.

¿Qué quieren que les diga? A mí me apasiona y me emociona este Dios así de incomprensible según nuestra lógica, pero tan infinitamente compasivo y con unas entrañas de madre capaz de apostar incondicionalmente por sus hijos (o sea, nosotros, tú, yo…). Y me encanta que la propuesta para todo hombre/mujer, más allá de su vida y actitudes, sea un banquete, una buena comilona.

Efectivamente, Jesús utilizará con frecuencia la imagen de un banquete cuando habla del mundo que sueña su Padre-Dios. Tantos esfuerzos creando dogmas, leyes religiosas, ritos… y va y al final todo es cuestión de una fiesta por todo lo alto. Sí, pero cuidado, aquí hay que estar dispuesto a sentarse y pasárselo bien ―de igual a igual, en familia― junto a gente que a veces excluimos, rechazamos y hasta “machacamos”: pobres, chaperos, inmigrantes, delincuentes…¿Qué, entramos o no también nosotros a ese banquete? ¿A que visto así no es tan fácil?

Seguro que se podrían añadir cosas importantes. Pero lo decisivo es darnos cuenta de que la parábola recoge la centralidad del mensaje de Jesús: la presentación de Dios como un Abba misericordioso y su mensaje de un Reino nuevo, inclusivo de todos los seres humanos, donde no haya desigualdad y exclusión de nadie. Mucho menos en nombre de Dios. ¿Que esto es sólo un cuento bonito sin más? Pues si alguien piensa así, de verdad que lo siento: para mí esto es evangelio en estado puro. Y desde mi limitada experiencia, una verdadera buena noticia. El que no quiera entrar en ese convite, se lo pierde…

12 de marzo de 2010

4ª Semana de Cuaresma : ACOGEDORES

Lucas 15, 1-3. 11-32

El Hijo pródigo es una de las parábolas más conocidas. Siempre la hemos leído fijándonos en ese hijo mejor desagradecido que le pide a su Padre su parte de la herencia para despilfarrarla. Te invitamos a reciclarla, a releer la parábola desde otra clave. ¿Por qué no hacemos al Padre de protagonista de la historia? Es él, el que vive actitudes que nos pueden proporcionar un auténtico reciclaje. Te has dado cuenta como se comporta. Primero accede a dar a su hijo la herencia, posiblemente lo debió pasar mal esperándolo... y lo que es más sorprendente cuando su hijo vuelve no hay regañinas, no le echa nada en cara. La parábola habla de como se conmueve ,y abraza a su hijo. El padre recicla su orgullo en ACOGIDA INCONDICIONAL. Contrasta esta actitud con la del hermano mayor, que desde fuera (porque se niega a entar) permanece bloqueado, juzgando. Es la personificación de los fariseos y los letrados del tiempo de Jesús. Sin embargo Jesús acoge a los publicanos y pecadores.




Dos actitudes contrapuestas: el Padre (que representa a Jesús que acoge a los pecadores) y el hijo mayor (que representa a los fariseos y a los letrados) ¿A CUÁL TE PARECES TÚ?




En nuestro camino de RECICLAJE somos invitados a cambiar nuestra forma de relacionarnos con los demás, frente a la exclusión y el rencor que nos hace quedarnos bloqueados somos invitados a ser personas que saben perdonar, que saben acoger como el padre de la parábola,como Jesús de Nazaret.




ÁNIMO, RECICLATE, SERÁS MÁS FELIZ. Buena semana...

10 de marzo de 2010

Noticia: Muerte en el asentamiento

El lunes 8 de marzo perdía la vida en el asentamiento de las Madres (Mazagón) Fadara Diara, un joven inmigrante procedente de Mali que había venido a buscar trabajo en el sector agrario a la provincia de Huelva. Según parece, inhaló gases nocivos procedentes del combustible que utilizaron para hacer un fuego que atenuara el frío que pasaban en la chabola en la que dormía. Un compañero de Fadara tuvo que ser hospitalizado por las mismas causas. Afortunadamente parece que este compañero se recupera y ya salió de la Unidad de Cuidados Intensivos.

Cáritas ya ha trasladado las condolencias tanto a sus familiares como a los compañeros de Fadara y se ha ofrecido, junto a las organizaciones que vienen trabajando en los asentamientos, para apoyar, en la medida de las posibilidades, los trámites necesarios para que el joven inmigrante pueda tener un funeral conforme a las costumbres de su país de origen.

Pero, desde el dolor y la indignación que nos produce esta situación, Cáritas quiere trasladar a la sociedad onubense la denuncia de la situación que viven más de doscientas personas en nuestra provincia. Fadara ha muerto como ha vivido desde que llegó a nuestra provincia: en condiciones indignas y eso no lo puede permitir un pueblo que dice que quiere rescatar sus señas de identidad, un pueblo que se dice acogedor, un pueblo que entre esas señas de identidad destacaba la hospitalidad.

Y como no se debe permitir pedimos que entre toda la sociedad, entre todas las administraciones y entre todas las organizaciones busquemos solución al problema que sufren las personas que malviven en unos asentamientos chabolistas donde carecen de agua, saneamiento, electricidad, servicio de recogida de basuras, ..., y, por supuesto, de una vivienda digna.

Esperamos que el fallecimiento de Fadara sirva, por lo menos, para que se tome conciencia de la situación de los cientos de trabajadores que viven como él vivió.

9 de marzo de 2010

3ª Semana de Cuaresma - CONFIADOS


Estamos casi a mitad de cuaresma. La lectura de esta semana nos invita a renovar nuestro compromiso de RECICLARNOS.Si no os convertís, si no os recicláis...¿Sigues con ilusión en este tiempo nuevo? Ánimo no te desanimes.

La parábola con la que acaba la lectura de hoy nos debe animar. No estamos solos en este camino de cuaresma, DE RECICLAJE ¿No notas que Jesús también te trabaja?¿Notas como Jesús va "cavando" en tu corazón?

Por ello esta semana te invitamos a renovar tu compromiso de reciclaje.Renovar tu compromiso seguro y confiado. Si Jesús está con nosotros ¿Qué podemos temer?

ANIMO VIVE ESTE TIEMPO NUEVO. NO DEJES TUS COMPROMISOS DE ESTE TIEMPO. LA PASCUA ESTÁ CERCA.

Feliz Semana...
LUCAS 13, 1-9 "La Higuera que no da fruto"

2 de marzo de 2010

2ª semana de cuaresma - AL ENCUENTRO


Lucas 9, 28 - 36 (Pincha y leerás el Evangelio del cual hacemos reflexión esta semana)

En esta semana somos invitados a encontrarnos con Dios. Al igual que Jesús se lleva a Pedro, Juan y Santiago nosotros somos invitados a "subir a lo alto de la montaña" con Él. Esa montaña a la que nos invitaba el Evangelio el miércoles de ceniza:"Cuando tú vayas a rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará" Somos invitados a poner calidad a nuestro encuentro con Jesús y a escuchadlo a lo largo de todo el día: en nuestros compañeros, nuestros familiares, en nosotros mismos.

Necesitamos hacer tiempo de encuentro para tomar conciencia del paso de Dios por nuestras vidas. De lo contrario Dios pasará de lo largo sin que nos demos cuenta.

Propuesta de RECICLAJE:

¿TE ATREVERÁS A PONER CALIDAD AL ENCUENTRO CON DIOS EN TU ORACIÓN PERSONAL?

Quizás podamos compartir como poner calidad a este momento, para ello podemos ir dejando comentarios en esta entrada.